Con el otoño y la vuelta a la rutina, buscamos esos pequeños placeres que alegran el día, y el croissant es, sin duda, uno de ellos.
Desde su origen en Austria, ha evolucionado hasta convertirse en un símbolo de la pastelería francesa.
El croissant de mantequilla es el favorito por excelencia. Su masa ligera y hojaldrada, con ese sabor suave y mantecoso, es un deleite para el paladar. Pero, ¿sabías que no todos los croissants son iguales?
Las diferencias en su forma no son solo estéticas.
Los croissants curvos son los tradicionales, mientras que los rectos suelen estar hechos con mantequilla pura.
De hecho, en Francia, esta distinción es una norma no escrita: los mejores son los rectos, hechos exclusivamente con mantequilla.
La masa de croissant es una mezcla única, diferente del hojaldre común. Mientras que ambas son laminadas, la masa del croissant tiene una fermentación que le da esa textura esponjosa y aireada, lo que lo hace único entre los productos de pastelería.
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El croissant también brilla en su versión salada. Un clásico que no pasa de moda es el croissant de jamón york y queso, ideal para una pausa en el trabajo o un tentempié al salir del colegio.
Ahora que vuelves a la oficina, al colegio o a la rutina diaria, nada mejor que disfrutar de un delicioso croissant para empezar el día con alegría.
¡Déjate llevar por su aroma y sabor inconfundibles!